Jueves de la séptima semana de Pascua
¡Que sean completamente uno!.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 20-26
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró, Jesús diciendo:
«No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».
San Norberto
Norberto nació en el seno de una familia noble en el año 1080 en Xanten (Alemania). Siguió la carrera eclesiástica por simple oportunidad. Sin embargo, durante un paseo a caballo le sorprendió un violento huracán y lo derribó. Este hecho cambió radicalmente su vida y comenzó su conversión. En 1115 fue ordenado sacerdote por el Arzobispo de Colonia y comenzó su actividad misionera itinerante. Estando en Magdeburgo asistiendo a los funerales del obispo de esa ciudad, el clamor popular lo eligió como sucesor. Pero Norberto no olvidó la regla monástica de la pobreza y vivió integralmente el ideal de vida activa y contemplativa.