Martes de la segunda semana de Pascua
Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 5a. 7b-l 5
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».
Nicodemo le preguntó:
«¿Cómo puede suceder eso?».
Le contestó Jesús:
« ¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».
San Anselmo
San Anselmo nació en Aosta (Italia) en 1033. Se inclinó por la vida contemplativa, pero su padre se opuso. De este modo, sufrió tanto que enfermó gravemente. Al recuperarse, se adaptó a la vida mundana y, a pesar de ello, en su corazón seguía intacta la antigua llamada de Dios.
Abandonó la casa paterna y llegó a la abadía de Normandía. Dedicó su vida al estudio y llegó a ser un gran teólogo. Fue elevado a la dignidad de arzobispo primado de Inglaterra.