Viernes de la sexta semana de Pascua
Evangelio según San Juan 16,20-23a.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.»
La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo.
También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar.
Aquél día no me harán más preguntas.»
Santa Juana de Arco
Hija de campesinos, Juana de Arco nació en 1412 en Donremy, Francia. Jamás aprendió a leer y escribir pero su madre que era muy piadosa le infundió una gran confianza en el Padre Celestial y una tierna devoción hacia la Virgen María.
A causa de los estragos de la invasión de los ingleses, Francia atravesaba una difícil situación. Por revelación divina, la santa supo cuál que su misión era salvar a su patria y al rey de las manos de Inglaterra. Sin embargo, sus familiares, amigos y oficiales de la corte francesa desoyeron su petición de sostener un encuentro con el rey.
Al fin, luego de muchos intentos, Juana de Arco conversó con el monarca, quien se quedó impresionado de la sabiduría y revelaciones de la santa. Los ingleses habían invadido y dominado casi toda Francia; sólo faltaba una ciudad importante: Orleans, y por petición de Santa Juana, el rey Carlos y sus militares le concedieron el mando sobre las tropas, nombrándola capitana. Juana manda a confeccionar una bandera blanca con los nombres de Jesús y de María y al frente de diez mil hombres se dirige hacia Orleans, donde logra un triunfo glorioso.
Luego, se dirige a otras ciudades donde logra la victoria y la libertad del dominio inglés. Sin embargo, a causa de envidias y ambiciones entre los miembros de la corte del Rey Carlos VII, éste retira a Juana de sus tropas, cayendo herida y hecha prisionera por los borgoñones en la batalla de París. La santa fue abandonada por los franceses; pero los ingleses estaban supremamente interesados en tenerla en la cárcel, pagando más de mil monedas de oro a los de Borgoña para que se la entregaran, siendo sentenciada a cadena perpetua.
En la prisión, la santa sufrió las más terribles humillaciones e insultos, pero se mantenía adherida a la cruz del Señor y a la protección de la Madre del Cielo y de San Miguel Arcángel. Los enemigos de Juana la acusaron de utilizar brujería y conjuros para obtener sus conocidas victorias en Francia. Juana de Arco siempre negó todas las acusaciones y pidió que el Pontífice fuese el que la juzgase.
Todos desoyeron su petición, y la santa fue condenada a padecer en la hoguera. Murió rezando y su mayor consuelo era mirar el crucifijo que un religioso le presentaba y encomendarse a Nuestro Señor. Era el 29 de mayo del año 1431.
Tenía apenas 19 años.
Fue declarada Santa, por el Papa Benedicto XV, en el siglo XX y no en 1454.
En 1454, el proceso de nulidad, ordenado por el Papa Calixto III, encontró que Juana fue condenada a muerte injustamente y que sus revelaciones eran verdaderas, así como se recogió el milagro de que su corazón, después de que ella fue reducida a cenizas, quedó sin quemar y lleno de sangre.
Esto último, lo testificó Gean Masieu, quien la acompañó los últimos metros hasta la hoguera. Estoy interesada en encontrar libros que hablen de los milagros por los que se dieron la beatificación de Santa Juana de Arco, por el Papa San Pío X, y su canonización por el Papa Benedicto XV, ya que este es un caso curioso, en tanto que Juana es considerada mártir y en tal caso, no se suele pedir el milagro de los otros procesos.