Informa: Voz Digital
Guardar los itinerarios, captar ese instante único en una foto o un vídeo no eran ayer malas ideas. Cualquier soporte valía, además de la traicionera memoria. Cádiz vivió ayer un evento histórico y, como tal, los que participaron de él fueron bien conscientes de la trascendencia. Un casco histórico lleno en todos sus rincones como pocas veces o una plaza de la Catedral a reventar totalmente entregada fueron los frutos más inmediatos que recogió ayer la Procesión Magna con motivo del Bicentenario. Balances pausados al margen, la cita brilló, y mucho, con un público con ganas de un gran cortejo integrado por 22 pasos y con cifras para el recuerdo. Más de 1.600 cargadores en una procesión conjunta de seis horas de duración, con un tiempo de paso de más de tres horas y en el que participaron alrededor de 2.500 gaditanos como penitentes, cargadores o servicios de pasos. Todo ello contemplado por 8.000 gaditanos sentados en sillas y varios millares más en distintos rincones de la ciudad.
Eso en lo cuantitativo, en el terreno de las sensaciones el evento dejó para mucho más. La Magna arrancó exactamente a las 15.25 horas. Ese fue le momento en el que la banda de cornetas y tambores ponía el espíritu cofrade en el Sábado santo en el que la Iglesia llora la muerte de Jesús. Una marcha clásica como ‘Cristo del Amor’ sonó a estreno para una magna que arrancaba. Una nube de fotógrafos, apostados a la bajada de la rampa no quería perder ni uno solo de los instantes que se vivieron. Alrededor de los palcos y sillas, una plaza de la Catedral como pocas veces se recuerda veía salir a la Cruz de guía del cortejo magno. A pesar de que Santo Entierro era solo invitada, ella puso la pieza de orfebrería acompañada de muñidor y acólitos con faroles para dar paso al cortejo de la Borriquita.
Entre los detalles destacados, una federica portaba en un cojín una llave como símbolo de ser la cofradía que abría los cortejos y la Pasión. Le seguía el siguiente instante de una Pasión que rememoraba sus instantes más alegres. Sagrada Cena parecía en la plaza exornado por rosas rojas y con un túnico morado y mantolín rojo bordado.
Por su parte Oración en el Huerto puso un estreno en el cortejo, el Señor lució una túnica bordada en oro sobre tisú plata. Detrás, los apóstoles lucían vestidos con túnicas y sayas bordadas. Prendimiento optó por participar con el Señor vestido de hebreo en tonos blancos y amarillos. Él dio paso al cortejo de Columna. Todas las cofradías presentaban un cortejo abierto por una Cruz alzada y ciriales, penitentes portando luz (seis parejas), guión de la hermandad, junta de gobierno con varas y servicio de paso. En el caso de Columna, su paso estuvo abierto por un acólito y dos acólitas con unas antiguas dalmáticas que lucieron pese a que llevaban los cuellos colocados al revés. Columna, además incorporó al coro de seises de la Catedral antes de llegar un paso que iba exornado con rosas rojas. El Señor de las Cigarreras salió con el restaurado túnico de plata del siglo XVIII y exornado con rosas rojas. Volvió a lucir al igual que ocurrió con el Vía Crucis Oficial. Por su parte, Ecce-Homo lució su clasicismo al aparecer en la plaza con un caluroso aplauso que recibió cada una de las cofradías participantes (incluyendo incomprensiblemente el aplauso a Soledad de Santo Entierro). Sentencia aportó una de las grandes novedades del día. La cofradía incorporó una acertada escuadra de romanos de la OJE de Mérida que lucía delante y detrás del aso (en total 15 personas caracterizadas).
Tras su paso, se produjo el primero de los parones de un cortejo que al final sumó una cerca de una hora de retraso, al final de la procesión. La tarde llegaba a uno de los puntos más devocionales. Cádiz podía contemplar a sus dos grandes devociones de la ciudad. Primero Medinaceli en su impresionante paso de plata y marfil y después, Nazareno. Con el primero, la plaza rompía en varios aplausos entregados. Con el segundo, la ciudad demostró por qué el Nazareno es el Regidor Perpetuo de Cádiz. Hasta seis ovaciones jaleadas de vivas al Nazareno se vivieron en una emocionada plaza de la Catedral.
Ese Señor que estrenó cíngulo y borlas, con una Magdalena penitente a sus pies alfombrados por lirios, se hacía Caído por la Catedral. El Cristo del Martes Santo lució en un monte de claveles sangre de toro, mientras que Nazareno del Amor hizo lo propio en un paso con lirios morados (y una no muy acertada vestimenta del Cirineo).
La tarde deparaba otro gran estreno. Por fin, el paso de Afligidos lucía su gran restauración. Lo hacía por tanto un gran misterio cuajado de detalles barrocos y presidido de la representación de las virtudes teologales (la Esperanza, la fe y la Caridad) justo detrás del servicio de paso. Despojado apareció en Catedral sobre un monte lirios morados antes de dejar entrar a la cuidada puesta en la calle de Humildad y Paciencia. Un acólito portó con un cubre cáliz una reliquia de San Agustín. El paso lució la recreación del instante previo a la Crucifixión gracias a la incorporación en el monte de una Cruz, la túnica, el mazo, los tres clavos y la corona de espinas.
Mientras, más adelante el cortejo regalaba instantes en puntos como el Palillero. Allí, Ecce-Homo realizó una levantá a pulso ante un palco de autoridades que destacó con la presencia del obispo Rafael Zornoza. En la Catedral, Perdón salía para regalar un bello misterio mientras el sol de la tarde comenzaba a caer. Le seguía Luz y Aguas cargada de detalles cofrades. La cofradía optó por incorporar al misterio a sus tres titulares, el Cristo de las Aguas, la Virgen de la Luz y el San Juan. La Virgen procesionó además con un manto de la cofradía sevillana de Las Aguas.
Sobriedad y luto
La plaza comenzaba a cambiar su carácter para hacerse todo sobriedad. Cristo moría en la Cruz en un impresionante paso dorado y bajo la advocación de la Vera-Cruz. Al cuidado cortejo de la cofradía franciscana, le siguió otro de los detalles más comentados ayer. Descendimiento lució un misterio renovado y engrandecido con todas las imágenes con ropajes bordados y con la incorporación de la Virgen de la Quinta Angustia y los faroles de Afligidos de El Puerto. Le siguió Angustias (con un mejorable monte de flores) y con los clásicos atributos pasionistas en las varas de los penitentes. La Pasión gaditana llegaba a su fin bajo los acordes de ‘Piedad’. La banda Soledad de Cantillana regalaba un doble estreno al Yacente, música y una espectacular Urna restaurada. Tan solo quedaba la Virgen de la Soledad para cerrar una Magna para la historia. La Señora se marchó de Catedral con ‘Aquella Virgen’ en un paso cuajado de rosas blancas. Todavía le quedaba una Carrera Oficial entregada que disfrutó con momentos como la interpretación de La Saeta a piano en manos de Manolo Carrasco. Música para una Nazareno que se hizo alcalde en Santa María, entró en Cádiz en borrica y murió en una Urna de plata en Santa Cruz.
Fui una de las privilegiadas en presenciar todo esto en plena escalera de la Catedral, no se puede explicar con palabras las sensaciones allí vividas. Impresionante las mas de 3h viendo procesionar esa «magna», y lo que a continuación conllevó andar de un lado a otro de Cádiz al encuentro de las Cofradias regresando a su templo, menos mal que llevaba mi «chuletilla» con todo detallado, jejeje