Jueves de la novena semana de Tiempo Ordinario. La Iglesia venera hoy a San Francisco Caracciolo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 26, 36-42
Jesús fue con sus discípulos a un huerto, llamado Getsemaní, y le dijo:
«Sentaos aquí, mientras voy allá a orar».
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y angustia.
Entonces les dijo:
«Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo».
Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo: «Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú».
Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos.
Dijo a Pedro:
«¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil».
De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
«Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad».
San Francisco Caracciolo
En Agnone, del Abruzo, San Francisco Caracciolo fundó la Congregación de Clérigos Regulares Menores, que amó de modo admirable a Dios y al prójimo. Nació en 1563 y le pusieron como nombre Ascanio. Los médicos le diagnosticaron lepra e hizo una promesa: si se curaba de la enfermedad, dedicaría su vida a Dios por el resto de sus días. Así fue y se marcha a Nápoles y pide la admisión en la Cofradía de los Bianchi. A partir de ahora pasará a llamarse Francisco. A su paso por España consiguió fundar casa en Valladolid y montó un colegio que sirviera para la formación de sus Clérigos Regulares Menores. Destacan otras fundaciones en Roma y Nápoles. Vivió fiel a su compromiso y murió a los 44 años con los nombres de Jesús y de María en la boca.