Ayer, martes de la primera semana de Cuaresma, dio comienzo al primer día del Triduo en honor de Jesús en su advocación del Cautivo. Fue en la Iglesia de Las Angustias a las 19,30h de la tarde.
Preside y predica la Palabra de Dios durante todos los días nuestro Párroco D. Rafael Pinto.
Quiso partir en su homilía de la invitación a mirar con profundidad ésta imagen sagrada en concreto, a dejar que nos hable el autor sobre la verdad que nos comunica, a través del arte, sobre Jesucristo, al presentarnos a Jesús preso, atado de manos delante de su cintura, que se muestra erguido y llevando esas tres potencias en la cabeza, como signo de su divinidad.
Cristo Cautivo, a pesar de estar maniatado y humillado, es “imagen de Dios invisible” –como dice San Pablo en su Carta a los Colosenses–; es el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina.
En primer lugar –decía D. Rafael–, contemplamos su Humanidad. Una humanidad que ha asumido libre y amorosamente la injusticia de una mentira sobre su persona, en boca de Pilatos: “condenado por blasfemo”; injusticia por la que tantas veces pasa el ser humano.
Y, en segundo lugar, contemplamos su Divinidad, significada en esas tres potencias sobre su cabeza, signo de su condición divina.
Por tanto, queda plasmado en el arte lo que nuestra fe confiesa: Jesucristo tiene dos naturalezas: divino y humana, en una única persona.
+ está preso pero –como dirá el evangelista san Juan–, no por ningún pecado, sino “porque tú siendo un hombre te haces Dios”. Jesús está preso por amor a nosotros.
+ está atado de manos delante de su cintura. Él ha querido dejarse atar para liberarnos a nosotros de la verdadera atadura que produce el pecado en nuestras almas.
Nos invitaba D. Rafael a conocer en este Tiempo de Cuaresma nuestras ataduras y a dejarle a Jesucristo ser nuestro Redentor, liberándonos, soltándonos, mediante la gracia de su perdón en el Sacramento de la Confesión.