Jueves de la decimotercera semana del Tiempo Ordinario
Evangelio según San Mateo 9,1-8.
Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados».
Algunos escribas pensaron: «Este hombre blasfema».
Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: «¿Por qué piensan mal?
¿Qué es más fácil decir: ‘Tus pecados te son perdonados’, o ‘Levántate y camina’?
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa».
El se levantó y se fue a su casa.
Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.
San Bernardino
Con San Bernardino ocurrió un hecho insólito. Sin esperar a que traspasase el umbral de la muerte fue nombrado patrono celestial de la ciudad de Lecce (Italia). Fue apóstol durante 42 años y, cuando estaba a punto de morir, el alcalde de la ciudad se acercó al moribundo y le leyó un documento: «Grande es nuestro dolor al ver que nos dejáis. Vuestra inagotable caridad nos permite esperar que queráis ser nuestro protector y patrono en el paraíso, pues por tal os elegimos desde ahora para siempre». El anciano padre hizo un supremo esfuerzo y pudo pronunciar un «Sí, señores». Este santo se entregó al cuidado pastoral de los presos y de los enfermos, y al ministerio de la palabra y del sacramento de la penitencia.