Lunes de la duodécima semana del Tiempo Ordinario
Evangelio según San Mateo 7,1-5.
No juzguen, para no ser juzgados.
Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes.
¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo?
¿Cómo puedes decirle a tu hermano: ‘Deja que te saque la paja de tu ojo’, si hay una viga en el tuyo?
Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.
San Tomás Moro. Patrono de los gobernantes y los políticos
«El hombre no puede ser separado de Dios, ni la política de la moral», decía Santo Tomás Moro, declarado patrono de los gobernantes y los políticos por San Juan Pablo II.
Santo Tomás nació en Londres en 1477 y mantuvo siempre una vida de fe. Se graduó en la Universidad de Oxford como abogado y su carrera exitosa lo llevó al parlamento. Con Jane Colt tuvo un hijo y tres hijas. Su esposa muere y contrae nupcias nuevamente con Alice Middleton.
En 1516 escribió su libro “Utopía”, lo que llamó mucho la atención de Enrique VIII, quien lo puso en importantes puestos.
Cuando el rey seguía con su intención de repudiar a su esposa para casarse con otra y se disponía a separarse de la Iglesia de Roma para formar la iglesia anglicana bajo su autoridad, Santo Tomás Moro renunció.
Más adelante se dedicó a escribir en defensa de la Iglesia y con su amigo, el Obispo San Juan Fisher, se rehusó a obedecer al rey como “cabeza” de la iglesia. Ambos, fieles a Cristo, fueron encarcelados. Meses después fue ejecutado San Juan Fisher y días posteriores Santo Tomás fue condenado como traidor.
Murió mártir al oponerse a la división interesada de Enrique VIII. En el andamio para ser ejecutado, el Santo les supo decir a la multitud que moría como «el buen servidor del rey, pero primero Dios» y, siendo decapitado, partió a la Casa del Padre el 6 de julio de 1535. La Fiesta de Santo Tomás Moro se celebra cada 22 de junio junto con San Juan Fisher.
“La historia de Santo Tomás Moro ilustra con claridad una verdad fundamental de la ética política. En efecto, la defensa de la libertad de la Iglesia frente a indebidas injerencias del Estado es, al mismo tiempo, defensa, en nombre de la primacía de la conciencia, de la libertad de la persona frente al poder político. En esto reside el principio fundamental de todo orden civil de acuerdo con la naturaleza del hombre”, añadió”, dijo San Juan Pablo II en el año 2000.