Martes de la primera semana de Cuaresma
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así:
«Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal».
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».
San Inocencio de Berzo
Nació en Niardo en Valcamonica (Brescia) en 1844. Se ordenó sacerdote en 1867 y se distinguió por su desprendimiento de las cosas, su caridad con los pobres, la asistencia a los enfermos y la predicación humilde. El Señor lo llamaba a una vida más austera e ingresó en los Hermanos Menores Capuchinos con el nombre de Fray Inocencio.
Terminó en el Convento de la Santísima Anunciata donde encontró lo que anhelaba su espíritu: ser santo. Murió con 46 años cuando el Señor llamó a este siervo bueno y fiel que había vivido en la humildad y en la pobreza.