Viernes de la segunda semana de Tiempo Ordinario
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 3, 7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea.
Al enterarse de las cosas que hacia, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón.
Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él y gritaban:
«Tú eres el Hijo de Dios».
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.
San Francisco de Sales, Obispo de Ginebra
San Francisco nació en el castillo de Sales, en Saboya, el 21 de agosto de 1567. Fue bautizado al día a siguiente en la Iglesia de Thorens, con el nombre de Francisco Buenaventura.
De niño Francisco fue muy delicado de salud ya que nació prematuro; pero gracias al cuidado que recibía, se pudo recuperar y fortalecerse con los año. La madre de Fransciso fue Francisca de Boisy una mujer sumamente amable y profundamente piadosa.
San Francisco fue beatificado por el Papa Alejandro VII en el 1661, y el mismo Papa lo canonizó en el 1665, a los 43 años de su muerte.
En el 1878 el Papa Pío IX, considerando que los tres libros famosos del santo: «Las controversias»(contra los protestantes); La Introducción a la Vida Devota» (o Filotea) y El Tratado del Amor de Dios (o Teótimo), tanto como la colección de sus sermones, son verdaderos tesoros de sabiduría, declaró a San Francisco de Sales «Doctor de la Iglesia», siendo llamado «El Doctor de la amabilidad».