Una novela inspirada en Algodonales y la Sierra de Cádiz
El pasado día 29 de noviembre se presentó en la librería Paulinas de Barcelona, «Las aventuras del Mogote» del sacerdote natural de Algodonales Fernando Cordero.
El Mogote es una montaña que se alza esplendorosa en la serranía gaditana. A sus faldas, se desarrollan las peripecias de los simpáticos habitantes de Fuentes de la Cal, un pueblo de color blanco, con larga historia y con dos fuentes magníficas, donde destaca su heroica resistencia frente al invasor francés hace un par de siglos. Al mismo tiempo, en la localidad surgen nuevas iniciativas que colorean el cielo, como la del vuelo en parapente.
Un grupo de amigos, en su mayoría monaguillos, son liderados por Álvaro, el del lunar, inquieto, imaginativo y gran amante de los animales, en especial, de su vaca Bizcochera, en la que se monta para dar placenteros paseos por el campo de su abuelo. Su mejor amigo es Nacho, el del molino, que, desde la cuna, ha arrastrado serios problemas de salud. Completan el círculo Currín, el de la posada, apasionado por la comida; Salvador, el de los caballos, un chaval gitano, simpático y asustadizo y Jordi, un catalán recién llegado al pueblo, que se va adaptando a la forma de ser de los lugareños y que es un gran aficionado a los videojuegos. A ellos se unirán dos nuevas monaguillas, Elena y Sara, incorporadas a la parroquia gracias a don Luis, el cura, un joven sacerdote que se ganará la amistad de los chicos y el cariño del pueblo. Será capaz de cambiar y adaptar algunas tradiciones populares, como la del salto de la cabra que se convertirá en la cabra-piñata y que se extenderá a otras poblaciones con idéntico perfil.
Los monaguillos entrarán en contacto con otros vecinos con los que protagonizarán travesuras y momentos inolvidables. Álvaro quedará impresionado con las hazañas de san Jorge y, en sueños, se figurará la lucha que este valiente caballero mantiene con el dragón para liberar a los habitantes de Fuentes, engullidos por la feroz bestia. Es la lucha del bien y del mal. Los niños se verán inmersos en los problemas del pueblo, como el intento del alcalde de implantar una empresa altamente tóxica en terrenos cercanos o las falsas acusaciones al abuelo Alfonso, patriarca gitano, que se verá injustamente sentado en el banquillo de los acusados. Al final, la verdad triunfa y el pueblo permanece unido, una de las características principales de Fuentes.
Se despliegan momentos especialmente alegres, como la subida de casi todos los vecinos al Mogote, el original cumpleaños de Álvaro, el nombramiento de don Luis como hijo adoptivo de Fuentes o el bautismo de Jordi. También el suspense alarma a los monaguillos a medianoche en la iglesia, donde son aterrados por adultos que quieren dar un escarmiento a sus diabluras. El pueblo vivirá una gran dosis de popularidad gracias al impacto de la emisión de uno de los programas de “Pueblos con encanto”, de la televisión nacional, dedicado a esta localidad serrana, donde se narran las divertidas grabaciones televisivas y la pérdida de los nervios de la famosa presentadora Susana Cazapatos.
Pero, junto a la alegría, los vecinos de Fuentes han de afrontar episodios más duros y desgarradores, como la muerte de Nacho, que interpelará fuertemente a lo población entera, especialmente a sus padres y a sus jóvenes amigos. Al mismo tiempo, su emotiva despedida, vivida desde la fe, es fuente de esperanza y de memoria agradecida. A lo largo de la narración aparecen referencias a personajes relevantes del pueblo, como Anastasia Cañete, con su heroica actitud frente al invasor francés, o a la vida de insignes bandoleros que recorrieron la serranía, como José María El Tempranillo.
Además del sacerdote, los chavales encontrarán unos sólidos referentes en la figura de los abuelos, que son un ejemplo de entereza y buenos principios, y en sus maestros, don Juan Pedro y doña Tere, que tratan de educarlos de una manera creativa y comprometida con el entorno en el que habitan.