Eduardo Ramirez Olid, 4º ESO «C». Compañía de María Jerez. «El Alumnario»
Tras mucho pensar sobre qué escribir, me he decidido a hacerlo sobre mi vocación, para que todo aquel que lo lea me conozca un poco más. No es algo fácil de contar, debido a que soy poco elocuente y a los tiempos que corren, pero allá vamos:
Todo empieza cuando yo era pequeño, a la edad aproximada de seis años, una tarde cualquiera de sábado en la que mis padres me dejaron con mi prima. Ella debía ir a misa porque se preparaba para recibir la Primera Comunión y me invitó a acompañarla. Y así fue el primer contacto que recuerdo con Dios. No sé qué vi en esa misa que me llamó tanto la atención, era una misa cualquiera, pero salí cambiado de ella y con esa imagen grabada en mi mente. Desde ese momento mi corazón empezó a buscar a Dios.
Años más tarde, entré como monaguillo de la parroquia de Olvera. Gracias a mi párroco, un señor avanzado en edad, y a las diferentes actividades en las que participaba dentro de la parroquia, fui encontrándome más con Jesús. Y desde esa edad, ya lo tenía claro, quería ser sacerdote.
Ser sacerdote para:
· Tener una vida cargada de emociones.
· Conocer gente y hacer presente a Cristo.
· Llevar a Dios a todo el mundo.
· Acompañar a aquellos que sufren.
· Para escuchar a los que necesitan hablar.
· Para amar como hizo Cristo.
· Para dar una palabra de esperanza al mundo.
· Para SER FELIZ…
A los trece años me hice pre-seminarista y venía a Jerez de vez en cuando. Y tras la confirmación decidí empezar a formar parte del seminario menor diocesano.
Hoy en día, cuando la gente me pregunta qué voy a estudiar, y yo les respondo que quiero ser sacerdote, la mayoría me preguntan por qué.
Yo les respondo: ¿Y por qué no?
Saludos,