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Se inica el proceso para elegir al nuevo Papa

Informa: Diario de Jerez.

Las reuniones de las congregaciones generales que se inician este lunes (una a las nueve y media de la mañana y otra a las cinco de la tarde), tienen un elemento común que enraízan con el pasado reciente de la Iglesia católica. En concreto, con octubre del año 1978, fecha en que fue elegido el antecesor y mentor de Joseph Ratzinger, Juan Pablo II. Desde que el pasado jueves Benedicto XVI abandonara el Vaticano para recluirse de manera temporal en la residencia estival de Castel Gandolfo, en Roma ha ido creciendo de manera intensa la sensación de que podríamos estar en uno de esos momentos de catarsis en el seno de la Iglesia para el cual se hace necesario la elección de un Papa nuevo, diferente, con la suficiente capacidad y fortaleza física como para tripular la barca de Pedro en momentos en los que las aguas se vuelven procelosas en exceso.

Sucedió con Juan XXIII (que capitaneó el Concilio Vaticano II, en el que se pusieron las bases fundamentales para una renovación, seguramente abortada con el paso de los años, de la Iglesia), y también con Juan Pablo II, sin duda una de las figuras dominantes de la historia del siglo pasado al frente también de uno de los movimientos espirituales más influyentes de la Historia, el catolicismo.

«Es muy posible que la fecha del inicio del cónclave no se conozca inmediatamente, sino que para ello haya que esperar aún unos días», comenta el padre Rosendo, mexicano, aunque con residencia permanente en la Santa Sede desde hace 10 años. La gran mayoría de expertos estiman que será el lunes que viene, 11 de marzo, cuando los 117 cardenales electores se encierren con llave (cónclave) en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo Papa. En todo caso, va a ser en estas reuniones de las congregaciones generales como la de hoy, cuando se pergeñe el perfil casi definitivo del próximo sucesor del Papa emérito Ratzinger.

Cuentan las crónicas de la época, que al igual que en estos momentos, a la muerte de Pablo VI, en 1978, la sociedad católica demandaba un cambio importante en el rumbo de la institución y que, aunque las luchas internas de la Iglesia entonces no llegaron a conocerse como se han desvelado ahora, gracias al llamado caso Vatileaks, existía también una tensión importante en el interior del Vaticano.

Con el transcurrir del tiempo, se ha podido ir sabiendo que en este cónclave que terminó designando a Juan Pablo II, los cardenales también buscaban, como ahora, un candidato joven y vigoroso y que la polarización generada por las luchas de intereses en la Santa Sede hacían imposible salir del empate entre los cardenales papables, Giuseppe Siri y Giovani Benelli. Esta circunstancia provocó lo que ya se venía gestando desde las reuniones previas de las congregaciones generales, que las quinielas de papabili fueran cambiando su signo y convergieran en el polaco Karol Wojtyla.

A última hora de este domingo, ya estaba absolutamente todo preparado en el Aula Pablo VI en la Sala del Sínodo de los Obispos, el lugar exacto que acoge hoy a los 207 cardenales que componen el Colegio Cardenalicio y a los que su decano, Angelo Sodano, ya remitió una vez iniciado el periodo de Sede Vacante el aviso oficial para que acudieran esta mañana a la cita.

Durante estas sesiones de la congregación general, los príncipes de la Iglesia se encargarán del despacho de los asuntos ordinarios o los inaplazables, así como de la preparación de lo necesario para la elección del nuevo Pontífice. A tal efecto, se deben de confeccionar dos tipos de congregaciones, una general, formada por todo el Colegio y que será la que asuma los problemas más relevantes; y otra particular integrada por el camarlengo, Tarcisio Bertone, y por tres cardenales extraídos por sorteo. Este segundo tipo de grupo cardenalicio dispondrá de los asuntos ordinarios, según precisa la Constitución Apostólica Universi Domini Gregis, promulgada, justamente, por Juan Pablo II.

En las primeras congregaciones todos los cardenales deberán prestar juramento de observar las disposiciones contenidas en la Constitución Apostólica y de guardar el secreto. «Prometemos, nos obligamos y juramos, todos y cada uno, observar exacta y fielmente todas las normas contenidas en la Constitución apostólica Universi Domini Gregis del Sumo Pontífice Juan Pablo II, y mantener escrupulosamente el secreto sobre cualquier cosa que de algún modo tenga que ver con la elección del Romano Pontífice». Es el cardenal decano del Colegio, Sodano, quien entona este párrafo en voz alta antes del comienzo de la congregación, para, a renglón seguido, ser respondido con las manos sobre los Evangelios por cada purpurado, que corrobora: «Yo prometo, me obligo y juro».

Mientras todo esto sucede, al ya Papa emérito de Roma, Benedicto XVI, se le supone mucho más relajado y dedicado «a la lectura y la oración» en Castel Gandolfo, a unos 25 kilómetros al sur del Vaticano. Sin embargo, del mismo modo que la figura de Juan Pablo II estaba en la mente de todos los cardenales cuando en 2005 eligieron a Ratzinger, por ser la mano derecha de Karol Wojtyla, en la mente de los cardenales presentes hoy en la congregación general a buen seguro está también el hecho de que Benedicto XVI ha decidido renunciar, porque él ha querido iniciar un proceso de cambio de la Iglesia que debería continuarse ahora con la elección de un Papa de las características que Juan Pablo II tenía en 1978.

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