Informa: La Razón
La celebración de la fiesta del Corpus Christi tiene dos citas primordiales en la comunidad andaluza: Sevilla y Granada disfrutaron ayer de dos excepcionales procesiones en las que la fe y el patriomonio artístico fueron los protagonistas.
La fiesta de Jesús sacramentado por las calles de la capital hispalense volvió ayer a convertirse en una muestra de fervor popular para demostrar lo arraigado que está el Corpus. Las calles estuvieron llenas de un público deseoso de participar en esta importante cita religiosa, que desde hace unos años ha retomado su peso en la tradición hispalense perdido en los primeros ochenta. Se levantó el día de este jueves, que brilla más que el sol, con la resaca popular acumulada por las visitas a los altares y escaparates de las calles céntricas y el traslado de la Virgen de la Hiniesta hasta el suyo de la plaza de San Francisco. «Resaca» porque se han convertido esas horas anteriores a la mañana del Corpus en una suerte de fiesta cívica previa a la religiosa que cada vez acumula más actos y más público mirando las últimas innovaciones de los priostes.
En su hora en punto, arrancó la organización de la procesión en el interior de la catedral con la llegada de las representaciones participantes en el cortejo. Mucho sueño en las caras de casi todos: hermandades sacramentales, de gloria, penitencia, asociaciones de fieles, colegios profesionales, órdenes militares y civiles, Real Maestranza de Caballería, clero regular y secular o la Junta Superior del Consejo de Hermandades y Cofradías. Es ésta, junto con la de la Virgen de los Reyes, una mañana de cafés y cuerpos destemplados en torno a la Catedral, que se recompone, en este caso, cuando comienza a escucharse la campana de los niños carráncanos, que portan las hachas que en la hermandad de Sagrario se conocen como palermos. Como si de una suerte de procesión de La Borriquita pero en junio se tratase, los más pequeños son parte importante del cortejo, que incluye, por este orden, los pasitos de Santa Ángela de la Cruz, Santas Justa y Rufina, San Isidoro, San Leandro, San Fernando, la Inmaculada Concepción, Niño Jesús, la custodia de la Santa Espina y la Sagrada Custodia.
Con un ritmo más lento de lo habitual, comenzó el desfile sacro. Mientras, muy poco público en la avenida de la Constitución y en la embocadura de la plaza de San Francisco. El que había se refugiaba, ésta también es una de las tradiciones del Corpus, bajo la sombra de los toldos y en los portales de las tiendas y oficinas cerradas. Los minutos hasta que llega la Custodia se dedican a conversar sobre los detalles de las insignias y para tratar de calmar los nervios de aquellos que no quisieron ir tan temprano. «No puedes ser más pejiguera hijo, te dije que primero veníamos a la procesión y luego nos íbamos a la playa», reñía una señora a su contrito marido, que trataba de ponerse al tanto de la Eurocopa en su «smarthphone» y miraba de reojo las atestadas cafeterías. Pasaban las parejas de cirios bajo los arcos de las portadas inspiradas en la parroquia de San Julián y la banda municipal interpretaba «Estrella Sublime» como homenaje a la Virgen de la Hiniesta, patrona de la ciudad, cuya hermandad celebra este año los seiscientos años de su fundación. Salió la Custodia de Arfe y la solemnidad se apoderó del recinto. La mayoría bajaba la cabeza a su paso y algunos, cada vez más desde hace unos años, se ponían de rodillas. Es el centro de la celebración y el sentido de una fiesta que en sus orígenes tuvo una parte lúdica.
Por su parte, miles de personas se congregaron en el centro de Granada para acompañar a la Custodia en la procesión del Corpus Christi, que partió después de la misa en la Catedral celebrada por el arzobispo granadino, Javier Martínez. Por segundo año consecutivo, la procesión se adelantó una hora al horario tradicional para minimizar los efectos del calor en un día marcado por las altas temperaturas y la ausencia de toldos en las calles, habituales en otros años. La Corporación municipal bajo mazas se unió a la procesión en una comitiva que partió del Ayuntamiento con el pendón de Castilla para acompañar a la Custodia por las calles granadinas, adornadas con las juncias de Corpus, hierbas verdes que mezclan tréboles, romero y otras plantas aromáticas recolectadas de las faldas de Sierra Nevada. La procesión del Corpus Christi, la más amplia de todas las que se celebran en la ciudad durante el año, ha pasado por delante de los altares repartidos por su itinerario y que concursan en lograr el premio a la más bella y tradicional. Como marca la tradición, al acto religioso se unió el desfile de La Tarasca, que tuvo el miércoles el protagonismo de la feria, acompañada de los cabezudos representativos de los Reyes Católicos, los últimos reyes de la dinastía nazarís en Granada y animación. A la procesión se unieron además representantes de hermandades, de la Diputación de Granada y el subdelegado del Gobierno en la ciudad, y mujeres ataviadas con mantillas blancas. Los niños fueron con sus trajes de comunión y personajes de la tradición de la ciudad como alguaciles y palafreneros portaron elementos históricos como heraldos y pértigas.